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EL LENGUAJE DE LOS PRESOS EN LA PIEL

EL LENGUAJE DE LOS PRESOS EN LA PIEL Qué extraños signos se ocultan bajo la piel de los reclusos? Desde tiempos inmemoriales, el tatuaje ha estado relacionado con lo marginal, como arte de minorías y como lenguaje criminal. En lo más profundo de las celdas se cierne un sistema iconográfico que determina pautas, valores, y conductas, propio de un mundo violento y en oscuridad. Por Karina Donángelo



Los cuartos son estrechos y oscuros. Las camas, sucias y destartaladas invitan a un descanso casi sepulcral.

Los muros grises y húmedos de la prisión comunican una sensación de frío y tristeza. Los pasillos parecen laberintos intrincados, que no conducen a ninguna parte. A veces todo es calma, como si un velo impenetrable a los sonidos hubiese envuelto de pronto la cárcel. Entonces, los prisioneros buscan llenar desesperadamente el vacío de los días lentos, mientras se baten a duelo con el hastío de la soledad.

Alguien fuma un cigarrillo, como si fuese el último; y no es más que un suspiro final. De pronto el silencio se quiebra, e irrumpe en la nada sonora el ruido metálico de los cerrojos. El paso lento y cadencioso de un guardiacárcel pone el alerta a los presos, e imprevistamente, la enorme bóveda de piedra se convierte en un avispero.

Se oyen risas, juramentos, canciones soeces, gritos e insultos. En el corredor, las escobas zumban mientras el agua salta sonora. Allí, dentro de la cárcel transcurre la vida de hombres solitarios, de pasado sórdido y tormentoso, mal vestidos, con aire brusco y concentrado que se pasean como leones enjaulados.

Muchos de ellos provienen de los arrabales de la sociedad. Para estos seres errantes, el miedo no tiene límites y los excesos no tienen fronteras. Algunos purgan condenas de más de 10 años, y también hay quienes cumplen una sentencia perpetua.

Entre las paredes derruidas y en medio de pobrísimas condiciones de higiene combaten la soledad con el trabajo (privilegio para pocos, ya que es escaso y está reservado para los de mejor conducta). Otras veces dedican su tiempo a la amistad, aunque este tipo de vínculo con frecuencia desencadena conflictos por cuestiones de "clase", entre los distintos grupos del penal.

En las cárceles todos conviven con reglas no escritas, son las leyes secretas del encierro. Dentro de este páramo condenatorio, muchos presos ocupan su tiempo grabando inscripciones en los muros, cual escribas desterrados. Con un clavo, reproducen columnas numéricas, signos y jeroglíficos indescifrables.

Sin embargo, estos hombres hallan un terreno más apto para plasmar sus verdades, reproches, recuerdos, y confesiones del alma; utilizan la escritura y recrean a través del tatuaje un lenguaje inédito: el lenguaje de la piel.

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